Pixie nació de una historia profundamente personal y auténtica: una historia de amor entre dos humanos, y de amor hacia los animales. Carolina Rivero y Felipe Ochoa, sus fundadores, comenzaron su vida juntos adoptando una perrita que transformó su manera de ver el mundo. Tras una experiencia dolorosa —la pérdida de su primera perrita a causa del moquillo— se enfrentaron a una realidad que los marcó: la industria del cuidado animal necesitaba un cambio.
Fue entonces cuando llegó Pixie, una perrita criolla que no solo llenó su hogar de amor, sino que se convirtió en la inspiración de todo lo que vendría después. Con ella comenzó una búsqueda decidida por una alimentación más natural, más honesta y coherente con sus propios valores. Los alimentos comerciales no les generaban confianza, y aunque intentaron dietas como la BARF, se toparon con muchas limitaciones: calidad irregular, falta de control, olores, manipulación compleja.
Así nació Pixie —no solo la perrita, sino la marca— con un propósito claro: transformar lo artesanal en algo profesional, confiable y lleno de amor. Su visión fue clara desde el inicio: ofrecer una alimentación que partiera del cariño de hogar, pero respaldada por ciencia, tecnología y estándares de calidad.
Lo que empezó como una necesidad familiar hoy es una comunidad entera: miles de tutores, veterinarios y animales que encuentran en Pixie una forma distinta y consciente de nutrirse. Pixie no es solo una marca de alimento: es una declaración de amor hecha comida, una apuesta por el bienestar animal, y una revolución desde lo más esencial: el plato.
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