El desamor se ha convertido en una fuente de inspiración para novelas, películas, libros y la música. Ejemplos de este fenómeno han sido Amy Winehouse con su canción Tears dry on their own (mis lágrimas se secan solas), Adele con Rolling in the deep (rodando en las profundidades), Miley Cyrus con Flowers (flores) o Shakira con su BZRP Music Sessions #53, canciones con un patrón en común; el dolor que genera una ruptura amorosa.
Sin embargo, para Andrés Gamba, docente del programa de Psicología de Areandina, lo que llama la atención no es la canción, su letra o el evento que lo inspiró, sino lo novedoso de estos sucesos, la reacción del público en general donde encontramos premios, primeros lugares en listas de popularidad, millones de reproducciones, crecimiento de seguidores en redes sociales, discusiones acaloradas en medios de comunicación y miles de millones de pesos a sus creadoras, lo que genera varios interrogantes.
“¿Por qué las historias de amor no resultan tan lucrativas?, ¿el desamor es una fuente de negocio digna de ser explotada?, ¿es ético decir abiertamente las emociones y contar una sola versión de una misma historia, ¿por qué la necesidad de las personas por asumir bandos ante una situación de separación?, exponer públicamente a una persona, sea mujer u hombre, ¿se debería considerar un acto de empatía de la supuesta “víctima” o de crueldad innecesaria por aquel que debe recibir el escarnio público?”, expone el psicólogo Gamba.
¡El lobo siempre será el malo?
Diversas disciplinas como la matemática cuántica, la física moderna y las nuevas teorías psicológicas nos han permitido comprender que no existe una única realidad, cada fenómeno físico o social puede tener múltiples percepciones, dependiendo el lugar donde esté el observador.
Para el docente Gamba, lo mismo ocurre frente a las relaciones humanas, entre ellas las parejas. “Es normal que cada persona construya una versión de los hechos a partir de su experiencia, lo que quiere decir que esa versión no es mentira, simplemente es la verdad de ese individuo, pero también es importante comprender que existen otras historias por contar. Lamentablemente los seres humanos tenemos una fascinación innata por encontrar culpables, más que comprender la complejidad del ser humano y las relaciones afectivas”.
Y agrega, “si pudiéramos trascender de nuestra postura de dioses o expertos, y asumiéramos una mirada empática, descubriríamos que muchas veces en las rupturas no existen los buenos y los malos, solo existen personas con diferentes niveles de responsabilidad”.
Lo público y lo privado
Exponer abiertamente información privada es una decisión personal, incluso un fenómeno de catarsis y liberador y más cuando esta decisión de abrirse públicamente se realiza a través del arte, como la música, la escritura, la pintura, la poesía, entre otras manifestaciones. Para el docente Gamba de Areandina, debería ser una posibilidad para entender las diferentes manifestaciones del sufrimiento y el impacto psíquico que tiene los vínculos afectivos.
“Curiosamente, vivimos en una sociedad donde creemos que debemos tomar parte de las situaciones, incluso cuando son ajenas a nosotros o no conocemos la complejidad que hay detrás de cada uno de estos eventos. Por este motivo, es inspirador la decisión de muchas mujeres y hombres en declarar abiertamente sus estados emocionales, lo que resulta preocupante es la respuesta de la población en general, donde se asumen complejas posturas políticas, frente a sucesos que realmente se desconocen”, explica Gamba.
De acuerdo con el experto, en psicología existen teorías donde señalan al “tercero incluido”, personas que sin ser parte de la pareja o tener información suficiente, deciden opinar, presionar y coaccionar a uno de los miembros de la relación para que realice acciones que consideran justas, emitan juicios y generen coaliciones.
“Estos terceros incluidos no son malas personas y desde su deseo genuino de ayudar, lo hacen con la ignorancia de no comprender la dinámica completa de la pareja, terminan generando un ruido innecesario y restando movilidad en la autonomía de la relación y esto es lo que en ocasiones se encuentra frente a eventos que atraen una enorme visibilización social, donde muchos asumen a través de redes sociales posiciones de experticia, convirtiéndose en esos terceros incluidos sin entender el daño que pueden generar”, afirma Gamba.
Si soy mujer, debo ayudar a otras mujeres
Desde la década de los años 60, el movimiento femenino ha ganado batallas, una de las más importantes es que las nuevas generaciones de mujeres se caracterizan por ser más empoderadas de su rol en la cultura, no solo por tener una claridad de sus deberes y derechos, sino de colocar en palabras y leyes la búsqueda de igualdad, situación que ha permitido que la sociedad siga avanzando.
Para el profesor Gamba, lamentablemente a veces caemos en dinámicas sociales que lejos de representar sororidad, develan un dejo de crueldad que, en lugar de reparar, fractura y divide más una población que ya cuenta con enormes cicatrices en su memoria histórica.
“Ejemplo de ello es el aplaudir el hecho de que una mujer destruya públicamente el nombre y la honra de otra mujer o comparar personas con objetos. Si bien, la psicología nos ha enseñado que toda acción tiene una consecuencia, también nos ha dicho que la consecuencia debe ser proporcional al acto realizado y qué tipo de comportamiento es tan grave para que el buen nombre de alguien, sea expuesto públicamente para que millones de personas se sientan con la autorización de destruirlo, criticarlo o burlarse. Al parecer la cacería de brujas de Salem no ha terminado, solo que ahora no se llama inquisición, sino redes sociales”, finaliza Gamba.
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