Las condiciones están dadas para tomar una decisión sensata alrededor del incremento en el salario mínimo. En 2023 se generó una mejora en el poder adquisitivo dado el aumento del salario mínimo del 16% y una inflación que se estima estará por debajo del 10%, siendo aún más baja para la población en situación de pobreza y vulnerabilidad, además de una productividad laboral negativa del 1%. Para el año entrante se espera, según el Banco de la República y otros, una inflación entre el 4% y el 6%, lo que generaría nuevamente una mejora en el poder adquisitivo, así el incremento del salario mínimo fuera igual a la inflación de este año.
Las expectativas económicas y en particular las inflacionarias, juegan un papel psicológico de mucho peso en el comportamiento económico. Un aumento sensato del salario mínimo estaría cercano a la inflación de este año que, aunado a la baja de intereses del Banco de la República, podría generar un círculo virtuoso para acelerar la disminución de la inflación y paralelamente de las tasas de interés. Este sería el combustible para volver a crecer, siempre y cuando se logre generar confianza. El objetivo macroeconómico debe ser la disminución de la inflación. Los aumentos altos del salario mínimo no garantizan mayor poder adquisitivo.
Esta decisión, que debe tomarse en los próximos días, será decisiva en el camino que tome la economía. Un incremento muy por encima de la inflación generaría seguramente, mayor inflación, menor poder adquisitivo y volveríamos al círculo vicioso que tanto daño nos ha hecho. Se debe evitar que un incremento desmedido del salario mínimo anule los esfuerzos del Banco de la República para controlar la inflación.
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