- Wilson Calambás, un indígena Misák, del Cauca, quien junto a más de 500 emprendedores y microempresarios pertenecientes a comunidades indígenas, ha desarrollado su idea de negocio y consolidado su unidad productiva, con el apoyo del programa Emprendimientos Productivos para la Paz -EMPROPAZ.
- El 30% de las personas pertenecientes a pueblos indígenas, atendidas con Empropaz, cuentan con primaria a lo sumo y 34% manifiestan haber sido víctimas del conflicto- Además, se encuentran ubicados en 14 de los 17 departamentos donde el programa tiene presencia desde hace cinco años, sin embargo, se concentran principalmente en el Cauca, Putumayo, Antioquia y Caquetá.
- Los participantes de comunidades indígenas que han sido beneficiarios de EMPROPAZ son mayoritariamente mujeres (66%), de ellas 54% son madres cabeza de familia, quienes buscan construir un mejor futuro para sus familias y se convierten en un referente positivo dentro de sus comunidades.
En la vereda El tejar, ubicada a media hora de la cabecera municipal de Silvia, un municipio del Cauca, Wilson Calambás, comenzó tejiendo una idea de negocio, con la visión de emprender. Inquieto por salir de su resguardo hacia la capital del país a aprender, se encontró con un viaje que le hizo reflexionar sobre la importancia de volver a su tierra y trabajar junto a su comunidad para preservar el arte y la cosmogonía de su etnia, y fue en este momento donde surgió la idea de crear un almacén de confecciones llamado Misak Srailø, Tejidos Misak’.
Wilson y su familia, hoy en día fabrican y vende artesanías, además de prendas, elaboradas por ellos mismos a partir de los conocimientos heredados de sus ancestros y que se siguen transmitiendo de generación en generación. Su negocio ha ido creciendo en gran parte por contactos y alianzas que Wilson ha hecho, la participación en ferias como las de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (ANATO), sus ventas por redes sociales y, recientemente gracias a un amigo de su comunidad que vive en Estados Unidos, hizo su primer envío hacia ese país.
Wilson es beneficiario del programa Emprendimientos Productivos para la Paz (EMPROPAZ), una iniciativa que es liderada por Bancamía, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA, en alianza con USAID, la cual busca impulsar el fortalecimiento de empresas y el nacimiento de nuevos negocios, específicamente en 92 municipios de 17 departamentos, afectados por la violencia y la pobreza, donde se han impactado a 194.000 personas con formación especializada y procesos de inclusión financiera en condiciones especiales.
“En estos casi 15 años nos hemos interesado por entender a los microempresarios, conocer de primera mano sus condiciones sociales, identificar de forma clara sus limitaciones, y así, en adelante, cómo desde nuestra oferta de valor proponemos resolverlas. La inclusión financiera debe partir de una amplia mirada, hay que ir más allá de lo financiero, como lo hemos hecho con Wilson, porque solo así nuestro modelo de acompañamiento podrá tener una mejor tasa de éxito que redunde en un mejoramiento de su calidad de vida”, explica Viviana Araque Mendoza, presidenta ejecutiva de Bancamía.
A partir del acompañamiento a través de EMPROPAZ, Wilson cuenta que implementó un libro contable para tener control de sus ingresos y egresos, desarrolló estrategias de mercadeo para generar contactos y dar a conocer sus productos en otros municipios del Cauca, a través de ferias departamentales, pero también en otras ciudades como Barranquilla, Armenia y Bogotá, a donde envía mercancía, especialmente mochilas, gracias a las redes sociales.
De hecho, la comunicación con sus clientes en Colombia y otras partes del mundo ha sido posible con un computador que compró por medio del crédito de fortalecimiento al que accedió con Bancamía, el cual también invirtió en máquinas para hacer los procesos de confección de la indumentaria tradicional de una manera más tecnificada dentro de su Resguardo de Guambía, en el que habitan 13.000 Misaks, con el objetivo de ahorrar tiempo, especialmente en las épocas del año donde tiene más pedidos.
Adicionalmente, adquirió materia prima para cumplir con los pedidos que tenía y también poder ofrecer más productos, de los que se siente orgulloso porque allí las personas pueden entender su cosmogonía como pueblo indígena a partir de los diseños, colores y técnicas empleados. Y viendo el valor y el interés que esto genera, Wilson identificó un servicio turístico que ahora ofrece, denominado la ‘Ruta del Tejido Misak’.
“Obtener un crédito nos fortaleció porque teníamos muchas cosas para ofrecer, pero nos hacía falta el recurso para seguir creciendo. A veces teníamos mucho pedido, pero quedábamos mal porque necesitábamos materia prima y una fileteadora para coser de manera más rápida el traje del Misak que nuestros mayores lo hacían a mano y quita bastante tiempo. Las capacitaciones me fortalecieron mucho en lo familiar, ver que mi esposa era un gran apoyo también en el negocio, y en la parte contable, administrativa y el mercadeo que me sirvió mucho, incluso lo replicaba a otros compañeros”.
El sueño de Wilson es consolidar sus ventas, sacando sus productos al exterior, a través de un amigo que vive en Estados Unidos, quien le hace pedidos cada vez en mayor cantidad. También espera darse a conocer a través de las ferias a las que asiste a nivel nacional, dar a conocer sus productos y posicionarse en redes sociales.
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