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jueves, 18 de junio de 2020

CARLOS SADNESS LANZA EL 19 DE JUNIO ‘TROPICAL JESUS’, SU CUARTO ÁLBUM EN SOLITARIO


El artista de Barcelona adelanta ‘Todo estaba bien’ en vísperas del estreno de su nuevo trabajo


Cuando Carlos Sadness dialoga con las estrellas, cualquier cosa es posible. Por ejemplo, que le salga un disco tan místico y trascendental, y al mismo tiempo tan orgánico, como este Tropical Jesus que estrena el 19 de junio. Lo hará dos días después de entregar un nuevo adelanto titulado Todo estaba bien, en colaboración con Manuel Medrano. Porque el cuarto álbum en solitario de Sadness es una conversación con los astros, pero también el universo de un alter ego llamado “Tropical Jesus”, una colección de retratos que miran al cielo y un mosaico de viajes con sabor a América. 

Todo estaba bien nace de la recuperación de una nota de voz medio perdida en el teléfono del cantante y compositor de Barcelona: Nacía una canción nostálgica, que iría evolucionando hasta que llegó Medrano para girar hacia un lugar inesperado. Incluye el álbum otras joyas conocidas como Isla Morenita, Disco de Oro; Ahorita, de inspiración cubana y también Disco de Oro, o Aloha, con Bomba Estéreo, publicada en noviembre. La mirada latinoamericana de Sadness en estado puro.


Fue precisamente al otro lado del charco donde nació ese personaje llamado Jesús que inspira el título del álbum. “Una especie de Jesús tropical”, le describían en las radios latinoamericanas cuando Sadness se presentaba ataviado de Sadness. “Así que un día quise inventar un personaje que se llamase como la gente me llamaba esos días sin saber nada de mí”, evoca. Se rebautizó para el disco, con el objetivo de reivindicar el universo de sus canciones desde la óptica de quienes las descubren por primera vez.

Frente al continuismo de sus anteriores trabajos, La idea salvaje y Diferentes tipos de luz, este Tropical Jesus lo produjo el propio Sadness a fuego lento. Con menos guitarras y más beats, pero con un resultado sorprendentemente orgánico; algo más alejado del rock festivalero, para jugar con el r’n’b, el surf, el vintage tropical y algunos sonidos urbanos.

Es un disco viajado, con canciones creadas en Colombia, Cuba, México y Estados Unidos, además de las que compuso en España, y todo ello mientras escuchaba básicamente bossa nova. Es, en definitiva, un sonido internacional, potenciado mediante colaboraciones con Bomba Estéreo, Crystal Fighters, Mougli o el también colombiano Manuel Medrano.

Tropical Jesus es además el siguiente capítulo al Grammy Latino por el arte del anterior trabajo, una presión añadida que ha resuelto Sadness con una representación de su propio personaje, que se sobrepone a la del universo de sus canciones. Es una tarea gráfica que arranca en California, continúa en el Vive Latino de México y remata en el confinamiento en España. “Son escenas que representan la vida de cada canción y que funcionan como unas cartas de tarot”, explica.

Temas como Muerte súbita de un caimán, escrita abrasado de calor en un hotel andaluz, e Isla Morenita —las dos primeras que compuso— suenan “a festivales de verano”, reflexiona: muy próximas a Ahorita, que brotó en Cuba, y a Aloha, en Santa Marta, Colombia.

También de las primeras fue El simpático, fruto de la vecindad en Barcelona con Crystal Fighters: el relato de un personaje viajero en la onda de El desaparecido de Manu Chao. Igualmente trotamundos es El Gringo, otra gota autobiográfica, basada en un Sadness que pasea por el Zócalo de Ciudad de México. Sentado en el suelo de su casa escribió Clorofila, que acabaría siendo su favorita. Y de un verano sin playa nació Chocolate y nata, una imagen muy gráfica del abrazo con una persona adicta al sol.

El álbum incluye otras maravillas como Adiós a los dinosaurios, que tarareaba por la ruta 1 de California, entre Los Ángeles y San Francisco, “a la sombra de unos árboles en los que quedarse a vivir”. Número oculto y Ciclo lunar nacerían casi a la vez en California. “Acababa de cerrar el todo el contenido del disco, así que decidí que una sería la primera y otra la última”.

Pero habría más, porque al volver a Barcelona, pocos días antes de entrar en el estudio,  brotó de su cabeza Me desamaste. Y como “aportaba al disco”, decidió meterla, para completar el cancionero de un trabajo viajero, místico y autobiográfico, nueva etapa del viaje no menos apasionante de un artista singular.

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