Escritor, poeta e ingeniero de profesión, Enrique Catillejo nació en 1970 en el seno de una familia de humanistas dedicados a la historia y las ciencias políticas. Vivió en una parte de su infancia en los Estados Unidos. Finalizó estudios de ingeniería electrónica en Bogotá y un maestría en ingeniería de telecomunicaciones en Toronto. Actualmente se desempeña como consultor en informática en Canadá, donde reside con su esposa Ana María y sus pequeños hijos Luciano y Ariadna.
A comienzos de sus años universitarios su cuento "Cóncavo" fue premiado en la ciudad de Barrancabermeja (Colombia) y publicado en una revista local. Durante los años 90 y la primera década del siglo XXI, se dedica a escribir sus dos primeras novelas, múltiples cuentos y varias colecciones de poesía. Inicia la gradual publicación de su literatura en el 2014 con la aparición de su segunda novela, "La vida paralela de las flores".
Sus textos se encuentran informados por el carácter vertiginoso de la industria en la que el autor ejerce su profesión. Así, estos cuentos y estas novelas se convierten en extraños espejos del presente, en los que ideas, imágenes, diálogos y experiencias, en muchas ocasiones de tipo onírico, se funden en un original y enrarecido universo creativo.
Entre sus obras se encuentran el libro de cuentos "Cóncavo", las novelas "Tres voces, tres sombras" y "La vida paralela de las flores", y la compilación de poesía "El descenso de los hombres a Times Square". Actualmente se encuentra terminando su tercera novela "La extraña iridiscencia de la mañana tardía" y preparando la publicación del libro de poesía "Anónimo en un bosque de nombres" y del libro de cuentos "El aislamiento".
Sus lecturas preferidas incluyen Dante, Shakespeare, Tolstoi, Balzac, Kafka, Faulkner, Dostoyevski y Beckett.
Su libro de poesía "El descenso de los hombres a Times Square" fue seleccionado como finalista al Premio Nacional de Poesía 2017 del Ministerio de Cultura de Colombia.
RESEÑA DEL LIBRO
“El descenso de los hombres a Times Square”

“Cuando Ángel vino a mí preguntando, ¿llegó
por aquí al paraíso?,
No pude sino sentir lástima,
Yo, que todas las entradas y salidas conozco,
Que los milagros y los no-milagros de Dios
He visto,
Y los espejos con sus reflejos y destellos,
Y la mirada enrarecida de las flores y de los viejos
sedientos.
Ángel nunca tuvo voz conmigo de nuevo,
Hastiado como quedó de mi silencio.”
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